jueves, 21 de enero de 2016

CASTRO DE BAROÑA

Custodiado por la sierra de Barbanza, es el más típico ejemplo de castro marítimo. Su belleza no reside únicamente en las murallas que lo circundan o en sus construcciones, sino en el lugar elegido en el siglo IV a.C por la tribu celta de los presamarcos para su ubicación: una península rocosa separada de la tierra por un istmo de arena y defendida de forma natural de los asedios por un mar y un gran acantilado rocoso. Un auténtico bastión de resistencia.



EL POBLADO: Dividido en dos niveles, las construcciones que se descubren en él son de planta circular, con banco corrido y sin puertas ni ventanas. De la actividad de sus habitantes dan cuenta el horno, fuera del recinto amurallado, algunos molinos y la zona llamada concheiro, donde se acumulan conchas de los moluscos que recolectaban.

                           


FORTIFICACIONES: Los primeros vestigios de murallas aparecen en el istmo arenoso que da acceso a la península, aunque más adelante son visibles hasta tres encintados de muros pararelos y escanolados, en algunos casos de hasta un metro de ancho. Finalizan en una puerta de entrad flanqueada por una torre trapezoidal.

                 


PLAYA DE AREALONGA: El mismo camino rocoso que conduce al castro de Baroña deja, a la izquierda, la senda que va a morir a esta playa bordeada de pinares. Su arena fina y dorada, su reservada situación, su bravo oleaje y el fuerte viento que aquí sopla invitan a turistas, naturistas y surferos a convivir en armonía.

                         Area Longa



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